
Déjenme contarles de un problema grave que tenemos en Puerto Rico. Una tragedia a la par con Antígona, Romeo y Julieta y cualquier video de La Vampi. Es sencillo: hemos permitido que se creé un ambiente anti-innovador en Puerto Rico.
Ya se habrán enterado que una vez más, espantamos a una compañía que podía traer capital nuevo, trabajos adicionales y una pequeña curita a nuestra infraestructura de transportación pública. Nuestros queridos representantes electos rechazaron medidas fomentando que empresas innovadoras como Uber viniesen a Puerto Rico – para darles una idea de cuán arcaico está eso, hasta Grecia y su infinita deuda permitieron que Uber se estableciera. Nos estamos quedando atrás… bien atrás.
Lamentablemente, el caso de Uber no es el primer ejemplo de nuestro gobierno creando obstáculos para la innovación. Uber es meramente el patatú más obvio y reciente. Nuestro récord incluye descabezar al Departamento de Información, espantar a PayPal y la fuga del Proyecto Ara de Google. Colectivamente estos sucesos señalan que el desarrollo tecnológico no es una prioridad para nuestro gobierno. No se sorprendan cuando los empresarios deduzcan que nuestra isla no es un lugar atractivo para crear su próxima compañía.
¿Quién gana? La junta de taxistas. ¿Quién pierde? Tú, yo y el resto de Puerto Rico.
Si se lo seguimos poniendo difícil, compañías como Uber no van a entrar porque Puerto Rico no les hace falta. Lo irónico (y aquí es que nace la tragedia) es que a los puertorriqueños sí les hace falta soluciones como Uber. La aplicación móvil no simplemente ayudaría a resolver el problema de transportación en la isla, le daría trabajo a los que prefieren horarios flexibles (como ha hecho en otras ciudades) y hasta podría ser una alternativa para los conductores borrachos. En una isla donde 24% de las muertes por accidente de tránsito son causadas por gente guiando ebria y donde existe un déficit de trabajos, nos parece una solución obvia.
Pero qué bonito: aparentemente las preocupaciones de la industria taxista tienen más peso que crear trabajos y salvar vidas. Lo peor es que las quejas del presidente de la Federación de Taxistas ni tienen peso:
- El presidente alega que Uber pone en peligro la seguridad de los pasajeros. Sin embargo, en muchas ciudades han habido choferes de taxis que no han pasado la verificación de antecedentes penales que hace Uber. Es decir, Uber tiene estándares más estrictos para sus conductores que muchas agencias de taxistas.
- También pretende que “En países y grandes ciudades se ha legislado y hasta se les ha prohibido operar para defender los trabajadores y usuarios.” Em… ¿cómo? No sé de qué ciudades grandes habla el presidente, ya que Uber se encuentra en la mayoría de las ciudades grandes del mundo.
La realidad es que cuando Uber entra a una ciudad nueva, los taxistas temen perder negocio (como ocurrió en San Francisco) y la Federación de Taxistas de P.R. no quiere que les tumben el kiosko.
Sabiendo esto, te deberías hacer las siguientes preguntas: ¿por qué el Senado no aprobó el Proyecto que facilitaba la entrada de compañías como Uber a Puerto Rico? ¿Por qué se lo pusieron tan difícil a una alternativa local que ayudaría a aumentar el uso del Tren Urbano?
Si queremos encontrar un punto medio con los taxistas, ¿por qué no aprueban un proyecto de ley similar al de México que permite la entrada de Uber pero con regulaciones que protegen a la industria taxista? Nuestros amigos del gobierno mexicano le van a cobrar un impuesto de uso a Uber así que, mientras más usen Uber, más recaudos para el gobierno. Lo más brillante es que este dinero va dirigido a mejorar el transporte público en la capital.
Si quieres parar de estar usando BlackBerry en lo que el resto del mundo tiene un iPhone 6, busca el correo electrónico de tu senador y escríbele (si quieres verificar para estar seguro de quién es tu senador, pregúntale a Wikipedia).